CDMX, México.- No deja de soñar. Y decir esto no implica el clásico cliché o reproducir la frase construida de “persigue tus sueños”. Literalmente, del Toro lleva a su vida profesional aquellas historias y sobre todo aquellos personajes oníricos que pueden enternecer a algunos o provocar las peores pesadillas.

En BienMX tenemos el honor de compartir el último proyecto de del Toro que, es importante remarcar, debe considerarse (dicho por él) su producción más personal y cercana en todos los sentidos. Veamos por qué. Veamos cómo Pinocho, el clásico cuento del italiano Carlo Collodi, es hoy el trabajo más preciado del jalisciense Guillermo del Toro.

Antes, un poco de la vida y obra de este mexicano que nos llena de orgullo. 

Egresado del Centro de Investigación y Estudios Cinematográficos de la Universidad de Guadalajara, en el año 1986 presenta su primer proyecto público de nombre Doña Lupe; cortometraje sobre una viuda con problemas económicos que la obligan a rentar unos cuartos para no perder su casa. La historia no necesariamente muestra la obsesión de del Toro por los monstruos y la fantasía, pero sí nos regala un ligero “pincelazo” sobre el contacto con el mundo sobrenatural.

Justo en ese año, Guillermo del Toro recuerda la ausencia de festivales de cine y del cine por sí mismo. Empeñado en hacer algo por la industria es que crea, junto a maestros y compañeros, la Muestra de Cine Mexicano en Guadalajara; espacio para la presentación y discusión de la escasa obra fílmica del país, pero con la visión de convertirse en lo que es ahora, un festival internacional, el más importante de América Latina pero sobre todo, ​con material mexicano que presumir y que criticar también.

“En toda labor siempre va a haber una gran contra. Y hay que fajarse los pantalones, chingarle y no pensar en lo que te dicen que no puede ser”. 

Guillermo del Toro.

Imagen: @Tribeca.

Por años trabajó en la “talacha” con personajes como José Luis García Agraz, Carlos García Agraz, Alejandro Pelayo, Arturo Ripstein y Nicolás Echevarría. En Cabeza de Vaca, por ejemplo, en 1991, del Toro explica en un auditorio lleno de jóvenes en su natal Guadalajara, acerca de su invención de un lodo mezclado con pintura y fijador de pelo para el automaquillaje de cientos de extras: “Todos en fila tomaban esa madre y les decíamos que con sus manos se embarraran la cara, se embarraran el pecho, se dieran media vuelta y le embarraran la espalda a su compañero de enfrente, ¡era la única manera! ¡Sólo éramos tres en el ‘departamento’ de maquillaje!”.

Video: Cabeza de Vaca (1991).

Como muchos cineastas, Guillermo inicia en los comerciales aunque no en el papel de director sino como actor protagonista. Aún con risas recuerda el anuncio de Alka Seltzer en donde personifica a un glotón ejecutivo que se transforma en hombre lobo. Eran los años 90 y esos pequeños momentos además de sus experimentos bien logrados en Televisa dirigiendo junto a Cuarón episodios de la serie de miedo Hora Marcada, forman a quien hoy es el poseedor de dos premios Oscar con una fama que, a diferencia de sus monstruos, poco imaginó.

Video: Alka Seltzer (1991).

“Para La Forma del Agua necesitamos armar el set de un baño en una alberca porque debía inundarse. Al final, con las negativas recibidas, descubrí en el escenario cuatro vigas de fierro paradas en el set a las que les colocamos triplay y bodoques de silicón y creamos el efecto final. 
Y eso, eso, es puramente solución mexicana”.
Guillermo del Toro.

Imagen: Insert Montage.

Cuando le preguntan a Guillermo del Toro, ¿qué hay de mexicano en su cine? Él responde: “Pues yo, ¿qué más quieres?”. Pero del Toro no para allí y enumera a gran parte de su círculo de confianza dentro de su producción en donde destacan fotógrafos, diseñadores de audio y de producción que son mexicanos. 

Recordemos que el primer trabajo del director jalisciense es Doña Lupe, un corto de 1986. Pero es en 1993 con Cronos que el mexicano inicia una carrera que poco a poco, a partir de ese reconocimiento, le permite desarrollar todos esos sueños y emociones de la infancia inspirado en el “drama” de sus monstruos. 

Inspirado en el cuento de Carlo Collodi, del Toro ha repetido en distintas entrevistas que Pinocho es su trabajo más personal. Para Guillermo, tanto Pinocho como Frankenstein son personajes muy queridos porque comparten la misma historia, asegura el director. Para él, su origen y drama son similares: la construcción de una imitación de ser humano que al cobrar vida aspira a ser de verdad y no es comprendido por su entorno salvo por su padre o creador.

El director promete una versión distinta a la clásica del cine que por años ha mantenido una línea emocional plasmada por los estudios Disney. Una vez más, la parábola está presente como en la mayoría de sus obras personales.

Imagen: Library of Congress.

Imagen: Twitter @MuseumModermArt.

“El ser humano tiene dos existencias completas: la física y la metafórica. Existimos a un nivel físico y a un nivel simbólico y ambos tienen el mismo peso en nuestra existencia. Por ello la parábola es una forma de aprendizaje religioso ancestral. La parábola permite la abstracción a través de la comunicación de un símbolo”. 

Guillermo del Toro.

Producción para streaming, el filme se exhibirá en algunas salas en noviembre del 2022 y estará en la plataforma de Netflix, quien produce, a partir de diciembre del mismo año.

Con las voces de Finn Wolfhard (Stranger Things), Ewan McGregor (Star Wars) y Ron Perlman (Hellboy), del Toro lleva a la pantalla uno de sus grandes sueños en donde el “monstruo” principal es el ego del ser humano y su miedo a recibir y a aceptar lo "distinto". Tal y como en la novela de Mary Shelley, inspiración también para obras personales como La Forma del Agua.

Además de Netflix, la empresa que fundara Jim Henson y la francesa Pathé forman parte de esta aventura en stop motion (animación en volumen), cuya técnica o herramienta de producción se convierte hoy en uno de los proyectos más ambiciosos del jalisciense: “Guadalajara es un semillero de animación de stop motion sin par en el mundo”.  

Con la creación de dos becas, una en sociedad con Organización Ramírez, del Toro impulsa a los jóvenes cineastas y sobre todo a aquellos que desarrollan sus habilidades a partir de la técnica de stop motion.

Anualmente una de sus becas envía a un animador mexicano a París a un curso de excelencia en Gobelinos y cuyo programa incluye boleto de avión, hospedaje, alimentos y la educación con material incluido. Además, hace cuatro años, presentó la beca Jenkins-del Toro que cubre los beneficios mencionados pero en el colegio que el becado elige y por un periodo de 10 años. 

Importante mencionar que Gobelinos es la academia de animación, con sede en París, más prestigiosa del planeta.

Imagen: Cine Premiere.

Una de las claves de del Toro en la realización de su obra es pensar en él, en cómo lo entendería mejor él, más que pensar en su audiencia. Tal y como suelen trabajar los artistas plásticos, el pintor no traza pensando en el observador. Crea pensando y sintiendo para él.

Para no ser confundida con la nueva versión (en acción real) de Disney protagonizada por Tom Hanks, el departamento de mercadotecnia de Netflix ha llamado a su producción: “Pinocho de Guillermo del Toro”. Además, que embona muy bien al tratarse de un trabajo tan dedicado por su creador. 

La cita es en Netflix
en unos cuantos meses. 

Imagen: Netflix.