Por: Lee Meyers.
Suffolk, Nueva York.-
Panorama gris, frío y desolador con historias
urbanas que poco se cuentan. Una comunidad que vive bajo la sombra de
testimonios aterradores que se diluyen entre el mito y la secrecía. Así es
Montauk en Long Island, Nueva York; un rincón que de ser discreto, inicia con
un sencillo faro en 1792 y termina con toda una base militar acusada de
conducir experimentos con niñas, niños y adultos.
Su nombre es Proyecto Montauk y las historias alrededor de este presunto programa secreto de la armada estadounidense se han plasmado en la literatura como novela, llevado al cine y a la televisión como ficción y como documental respectivamente y ahora, en años recientes, subido a la “nube” como streaming alimentando una teoría de conspiración sobre experimentos de teletransportación, invisibilidad de objetos y viajes en el tiempo con humanos como “conejillos de indias”.
En medio de una de las guerras más cruentas en la historia de la humanidad con rumores de artefactos de vanguardia en desarrollo y la creación de seres humanos con súper poderes bajo la autoría del Dr. Josef Mengele, los Estados Unidos de Norteamérica busca de distintas formas desarrollar ciencia y tecnología bélica para frenar la expansión nazi.
Es entonces que nace en 1943, entre otros casos que por registro y por comprobación se consideran reales, un supuesto experimento conducido en los astilleros de Filadelfia que logra invisibilizar, para fines de radares enemigos, a todo un destructor escolta de la Armada llamado USS Eldridge y que además, de manera accidental, es teletransportado al estado de Virginia con más de 600km de distancia. La tripulación de más de 200 marinos vuelve, dicen, completamente calcinada, lo que lleva a los responsables de este desastre, entre ellos a Washington que no cuenta entonces con el aval del Congreso para conducir tal experimento, a enterrarlo en los archivos militares hasta que es rescatado, décadas más tarde, para continuar el desarrollo de armas sofisticadas para uso bélico y dar origen a finales de los 70 a The Montauk Proyect, una nueva teoría conspirativa.
Interestelar. Paramount Pictures. Warner Bros. Pictures. 2014
Si bien lo sucedido en Filadelfia (llamado Experimento Filadelfia) se ha considerado una broma con mucha imaginación, los fanáticos de este tipo de teorías aseguran que dicha afirmación forma parte de la estrategia gubernamental para desacreditar el suceso y que su autor, Carl Allen, quien aseguró entonces haber sido testigo del caso y contara su historia al astrónomo, arqueólogo y matemático Morris Ketchum Jessup para después ser plasmada por éste en el libro The Case for the UFO (El Caso de los OVNIS) a mediados de los 50, era un hombre poco confiable que cambió su nombre en cinco ocasiones. Al final, gracias a Ketchum Jessup, la historia llega a las librerías para dar origen a narraciones posteriores que se acercan más al horror que a la ciencia ficción: El Proyecto Montauk.
Interestelar. Paramount Pictures. Warner Bros. Pictures. 2014
EL PROYECTO MOUNTAUK
L aboratorios en Camp Hero
Entonces, 30 años después, el mito sobre sucesos paranormales resultado de experimentos secretos con seres humanos como objetos de estudio, vuelve a los rumores y a las crónicas urbanas pero esta vez, a diferencia de lo sucedido en los astilleros de Filadelfia, el lugar, las instalaciones y los miembros del equipo son elementos a comprobar, son verificables y forman parte de una base militar ubicada en el último rincón de Long Island, Nueva York llamado Montauk.
Con poco más de 3mil habitantes, la tranquila población ha sido objeto de referencia en cine y en televisión, más allá de su halo sobre lo paranormal. La película Eterno Resplandor de una Mente sin Recuerdos y la serie de comedia Friends son un par de ejemplos. ¿Pero qué hace de este modesto poblado un punto de referencia constante en la ficción? Justo eso. Que a su alrededor se han construido historias que parecen salir de la mente fantástica de Guillermo del Toro gracias al desarrollo de una base aérea que, de ser originalmente un punto de defensa en la Segunda Guerra Mundial, se convierte con el tiempo en Camp Hero, el complejo militar en el cual habría de conducirse el Proyecto Montauk, una serie de experimentos con seres humanos destinados a controlar la teletransportación, la telepatía y los viajes en el tiempo.
Verificable y cierto, Camp Hero cuenta con túneles y bunkers que en su momento servían para trazar estrategias de guerra bajo resguardo. Las bodegas pesqueras que en realidad escondían armas de mediano alcance y su enorme antena han sido la clave para que el mito de los experimentos se fortalezca con el tiempo. Sin embargo, hay un testimonio clave en la construcción conspirativa del Proyecto Montauk. Su nombre, Preston Nichols y es considerado el “Once” de la vida real, la persona que logra sobrevivir a los estudios (convertidos en torturas) diseñados para el control del espacio y del tiempo, justo como lo interpreta Millie Bobby Brown en la exitosa serie Stranger Things programada para su cuarta temporada este verano.
Si no fuera por Nichols, poco o nada se hubiera construido sobre las
extraordinarias y terroríficas historias del Proyecto Montauk. Por años aseguró
ser parte de experimentos sobre viajes en el tiempo en donde narra haber estado
en dos momentos en distintos tiempos a la vez. Su constante estudio de la
física y su participación en distintas entrevistas y en documentales, lo hacen
ver como a una persona confiable muy distinto a Carl Allen en los años 50. Lo
curioso y lo que hace ver a sus relatos como una teoría de conspiración “confiable”,
es que muy poco existe sobre él en la red y te invitamos a hacer la prueba.
Googlear su nombre te lleva a callejones sin salida. Simplemente no tiene
biografía. No hay manera de saber sobre esta persona más allá de los pocos
videos que existen por ahí.
La descripción y firmeza con que en su momento relata acerca de su
participación en experimentos con resultados “paranormales”, logran del
Proyecto Montauk una de las teorías conspirativas más habladas y producidas de
los últimos años. De allí surge la propuesta para su propia serie de televisión
que, una vez presentada y avalada por Netflix, cambia de nombre a Stranger Things;
drama de ciencia ficción sobre un grupo de niños que enfrentan aterradores sucesos sobrenaturales, resultado de experimentos aplicados en seres humanos;
uno de ellos, “Once”. La niña andrógina que ha conquistado con su relato a públicos
de distintas edades. Ahora que conoces el origen de esta fantástica teoría con tintes de
terror, te dejamos en exclusiva algunas de las láminas originales utilizadas en
la presentación de lo que más tarde se convierte en Stranger Things y cuyo
título original es “Montauk. An epic tale of sci fi horror”.